Los cocodrilos vierten lágrimas cuando devoran a sus víctimas.
He ahí su sabiduría.
Sir Francis Bacon
He ahí su sabiduría.
Sir Francis Bacon
Que difícil pasear en estos días por la calle. Pasear sin importar nada. Imposible caminar sin que un amigo, conocido o alguien que esta repartiendo folletos, qué, después de los saludos inevitables, te pregunte con que estás de acuerdo. Te preguntan como si te preguntaran la hora, el clima o la alineación de Tombuctú en las eliminatorias mundialistas. Me preocupan estas preguntas.
Me preocupa la necesidad de estar a favor o en contra de:
izquierda o derecha
fidelidad o cuernos
pasto o pasta
maradona o pelé
the police o Sting
Omar bravo o kikin
Lado A o lado B
loquesea (equipo a) o loquesea (equipo b)
Intenté pasear por los adoquines de la ciudad; no me salvé de las preguntas. En el tramo de una cuadra cuatro personas me preguntaron lo mismo. Fastidiado decidí olvidar el paseo. Yo sólo quería disfrutar un café. Di media vuelta y me enfilé rumbo a la casa sin poder, ni querer, decidir por qué o quién.
Pensar caminando es peligroso. Lo supe cuando una rama se me atravesó en el camino. Probé el suelo y mis pensamientos quedaron revueltos. El dolor intenso de la frente era el mismo que el dolor de mi orgullo al oír a dos mujercitas (púberes princesitas de pantalones ajustados) reírse de mi a carcajadas. El dolor y la vergüenza juntos.
Ya en el suelo, tratando de recomponerme, unas lágrimas empezaron a caer en mis abultadas mejillas al mismo tiempo que el hipotálamo lateral empezaba a producir estímulos vágales, es decir, me empezó a dar hambre. Levante mi osezno cuerpo junto con mi orgullo roto decidido a buscar un postre. El llanto crecía. El hambre también. Buscaba, disimulando mi llanto, un panquecillo, dona o un chocolatito, lo que fuera. Por fin conseguí un pie de limón y empecé a devorarlo, llorando a moco tendido. Casi al terminar el pie, el dolor había desaparecido, pero seguí fingiendo el llanto hasta el último bocado. Me limpie mis lágrimas y mi boca al mismo tiempo.
Casi feliz, emprendí el regreso a casa. Caminé unos pocos pasos y sin darme cuenta estaba silbando el jingle de mi refresco favorito, signo inequívoco que estaba ya feliz por completo. Sin molestarme en pensar en nada, llegué a la casa justo a tiempo para ver el resumen del mundial de Alemania. Tranquilo y, lo mejor de todo, sin pensamientos estúpidos y sin decisiones que tomar, me acomodé en el sillón, tome el control remoto y empecé a disfrutar los atinados comentarios de Valdano y de Cesar Luis Menotti. Agotado por el dolor, la vergüenza y las lágrimas, me quedé dormido con la televisión encendida.
Desperté sonriendo. Soñé que México era campeón del mundo.
Charlie A. Secas
24 de junio de 2006 (México – Argentina. Octavos de final. Minuto 8:59 del primer tiempo)
24 de junio de 2006 (México – Argentina. Octavos de final. Minuto 8:59 del primer tiempo)
1 comentario:
¿Cómo? ¿tú también lo soñaste?
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