22.3.09

Habana en ciernes

Ahorrémonos los detalles.
Se esconden detrás de vuestra desnudez.
Y cuando se siente suficientemente audaces
la imponen como un mal gobierno.
Leonard Cohen


Terminé mi segundo mezcal meditabundo. El tercero me lo trague en medio de mi silencio y un laberinto. La Habana es una promesa como la carne tersa de una mujer dispuesta y generosa.
¿Qué más podría desear un aprendiz de mago?

Tome el rumbo del sueño al aventar los dados.
Los dados cayeron en los muslos de una señora que había perdido sus alhajas y se escondieron entre los pliegues de su falda de manta. Frente a ella, frente a mí, el Arcipreste seguía dando órdenes, pero nací sordo.

Encontré las alhajas perdidas en el piso; Las levanté y se las ofrecí a la mujer. Serena, se volvió y me susurró algo en mi oído inútil. Creo que fue algo dulce. Al levantarse de su asiento los dados salieron volando.

Desperté con el estrepito del grito de dolor del Arcipreste cuando los dados se le enterraban en los ojos.

Ahora escucho pájaros.

22/03/09. Estocolmo de Juárez

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