A Dios
le recetaron papaya
en su desayuno
para su estreñimiento.
Satisfecho de tremendo remedio,
tanteo a su lado izquierdo
sólo para darse cuenta
que hacia siglosque se había acabado
el papel de baño.
Tomo un pedazo de papel estrasa
para limpiar su bendito culo.
Encabronado,
lo botó
y se quedó como cielo
de esta pinche ciudad.
Charlie A. Secas
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